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En San Andrés de Giles se encuentra ubicado un edificio muy especial.

Este edificio no es especial sólo por su hermosa fachada, su amplio salón de actos o la majestuosidad de su puerta principal tallada; hay una energía, un latir, un aura de solemnidad, amor y esfuerzo que uno puede ver plasmado en cada espacio del vetusto edificio.

En la entrada los escalones de mármol blanco nos reciben gentilmente y nos invitan a ingresar a esta vieja y tranquila morada de la comunidad italiana; sus paredes están adornadas por muchas fotos que datan de los años 1880 en adelante.

En estas fotos uno puede ver a los pioneros de esta tranquila comunidad del oeste de Buenos Aires. Sus rostros reflejan claramente (a pesar del paso de los años) el orgullo de formar parte de la comunidad fundacional de San Andrés de Giles.

Este edificio increíblemente lujoso en sus días hoy guarda un lujo mucho más modesto pero presente a aquellos ojos que pueden ver mas allá de su pintura descascarada o sus paredes lastimadas. 

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En este centenario lugar he tenido el gusto de trabajar y de navegar por los laberintos internos de sus pisos de madera. Me he empapado de polvo, cultura y nostalgia… nostalgia de un pasado de una Argentina imponente, fastuosa y con sus manos abiertas invitando a las personas del mundo a poblarla.

Y aquí se encuentra el edificio de la comunidad italiana, un pedazo del corazón de nuestros  italianos que fundaron las bases de la patria Argentina. Una postal presente que narra una historia no sólo de Italia, San Andrés de Giles o los artesanos que construyeron este edificio, sino que también narra la historia de Argentina, nuestra historia, y nos da una fuerza ilimitada para superar problemas pasados, presentes y futuros.

No son pisos de maderas antiguos, edificios viejos o fotos en blanco y negro o sepia; es mucho más que eso: ¡es esperanza, fuerza  y alas de libertad!